Durante su autoexilio en Barcelona, Carlos Ortúzar recibió distintos encargos que le permitían generar recursos para ganarse la vida. Entre ellos trabajó en piezas de orfebrería que modelaba en cera, enviaba a fundir a un orfebre y luego comercializaba en importantes tiendas de joyas. En estas piezas, Ortúzar integró materiales como la plata y la madera de ébano a líneas simples de geometrías circulares, ovaladas y cuadradas, aplicando el mismo imaginario geométrico - abstracto que por esos años estaba desarrollando en su obra.;;