A mediados de la década de los 60 la obra de Carlos Ortúzar comienza a transitar desde la pintura hacia lo tridimensional, desplazando el método pictórico hacia una técnica constructiva. Este tránsito lo desarrolló a partir de cajas de madera donde incorporó diferentes elementos como: rejillas, alambre, fotografías y objetos técnicos como tomadores de presión, trabajando la madera con colores que asimilan el metal; como en esta obra de la serie denominada Traucos que bordea los límites entre el collage, la pintura y el lenguaje escultórico. Estas piezas se exhibieron en Nueva York en las Galerías Sudamericana Armando Zegrí (1965), Hilton Rockefeller Center (1966) y en Stamford Museum (1967) y, en Chile, en Galería Carmen Waugh entre fines de 1965 – 1966. Lo novedoso de estas obras es que fueron concebidas por el artista desde un pensamiento en que la metodología de trabajo, según sus propias palabras, debía parecerse más a la de un laboratorio que a la de un taller tradicional, donde la experimentación y la precisión de la técnica debían superar las limitaciones de los medios tradicionales.
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